Estefanía
Echeverri De la Hoz
La
Ley Zanahoria, mejor conocida en Barranquilla como la “Hora calabaza”, sigue
teniendo sus resultados en la ciudad. Dicha Ley está contenida en el Decreto
0627 del 10 de mayo de 2013 el cual restringe la permanencia o circulación de
menores de 18 años entre las 11:00 de la noche y las 5:00 de la mañana, cuando
se encuentren sin la compañía de sus padres, representante legal o adulto
responsable.
Sin
embargo ¿Qué tan eficiente está siendo este mecanismo de seguridad para los
jóvenes? En una opinión abierta y mirando a largo plazo
puede que esta no sea una solución, ya
que consiste en moldear la identidad y costumbres de una población de un día
para otro, lo que se convierte en algo complicado sobre todo cuando se le intenta
inculcar una actitud con respecto al alcohol.
Si bien el evitar el consumo bebidas
alcohólicas por un tiempo y en lugares públicos, disminuye la violencia y
accidentes, no se puede controlar el consumo de estas mismas en otros
establecimientos o en lugares privados como casas, fiestas o círculos sociales,
teniendo además en cuenta los adultos que ofrecen bebidas alcohólicas a los
menores, quienes también son culpables de infringir la Ley si se les encuentra
haciendo esto.
La ley de abstención por un tiempo corto no
asegura nada, pues sólo implica una
solución parcial en un determinado periodo (si es que se cumple), por lo
que una posible solución sería abarcar
desde la infancia el tema, basado en una
educación más humana como lo sugiere la filósofa Martha Nussbaum, la cual forme a la gente y evite los problemas
más comunes originados por intereses dispersos o la falta de afecto como lo es
en algunas familias, en las cuales si no se fundamentan bien los hijos, estos terminan siendo reflejos del padre y así
sucesivamente, convirtiéndose en una cadena que una Ley no podrá cambiar así de
fácil.
Por otro lado se podrían efectuar ambas cosas, la
Ley como medida de reducción, tal cual como está estipulada y complementarla con
una solución a la raíz del problema, basada en la educación. Y es que una ley
no va a cambiar el comportamiento de los jóvenes de un día para otros, pues
esto es algo que se moldea en el día a día de los adolescentes, es por esto que
la “verdadera ley zanahoria” no debería de constar de números o ser regulada
por policías, pues debería comenzar por la educación que las escuelas y los mismos
padres le dan a sus hijos, para propender por una comunidad libre de violencia
y en donde el alcohol no sea el que controle a las personas.
Según
Josefa Cassiani, secretaria de Gobierno Distrital, “ha mejorado el
comportamiento de los adolescentes” destacando que no ha disminuido la
violencia, sin embargo, tan sólo en el puente festivo del 19 de Agosto, se
encontraron 7 infractores (dos de ellos con sus padres), se cerraron 3
establecimientos y el sábado de este mismo fin de semana, se presentó el caso
de un menor herido con arma blanca, representando una gran contradicción a lo
que afirma Cassiani, develando las dicotomías que esta medida provoca dentro de
la comunidad.
Los
adultos deberían de proteger a los jóvenes y propender por su bien, si nos
vamos al artículo 10 de la Ley 1098 del 2006, que contiene el código de
infancia y adolescencia, tenemos que “La familia, la sociedad y el Estado
son corresponsables en su atención, cuidado y protección” dándole un papel
importante a las autoridades distritales, pero principalmente a las familias, que
deben educar, concientizar y guiar a sus hijos para fomentar una verdadera “Ley
zanahoria” que se convierta en base de la educación y del comportamiento de los
jóvenes.