A pesar de que se trataba de mi salud, las demás personas no parecían entenderlo : "que vá, eso es mentira", "Que aguacatada eres", "Para esa gracia te hubieras quedado en tu casa en Colombia encerrada", entre otros absurdos y patéticos comentarios; si digo que no me afectaron sería mentira, porque esta semana decidí ir a una fiesta, para "integrarme" con las personas que me rodean.
Una hora fue suficiente para darme cuenta que yo no pertenecía a ese lugar, una hora fue suficiente para querer salir corriendo de allí, para sacar a todos de ese ambiente, para clamar "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen, porque yo que ya te conozco estoy aquí, ¿cuanto más ellos que no te conocen necesitan de tu presencia? "
Si, bailé como ellos, tomé como ellos, reí como ellos, pero no era como ellos, mientras ellos "gozaban" en mi interior había un dolor, un llanto apagado que quería salir, pero que yo no dejaba que lo hiciera, hasta que salí y en a fría noche, en medio de la "nada", ORÉ, pidiendo perdón por mi vida, por lo que había hecho, pero también oré por mis compañeros, por esas personas que se perdían en el alcohol, la música y las luces tenues del lugar.
Me marché de ese lugar con un único pensamiento: Todas las anteriores veces que dejé de ir a las fiestas la excusa era que estaba enferma, pero la realidad era que en mi interior sabía que ese ambiente no era para mí, que mi Espíritu me decía tu no perteneces a ese lugar.
Aunque derramé muchas lágrimas, mi pecho me dolía, mi mente me perseguía y estaba en el incontrolable frío, yo sólo podía hablar con mi Padre. Salí de ese lugar para no volver, salí de ese lugar para decir: NO SOY COMO LOS DEMÁS.
Ya no me importa lo que el mundo crea, si en algún punto dejé de construir el puente y me mojé con las aguas, fue sólo para entender y escuchar lo que viven los demás jóvenes como yo, una confirmación de que tengo que interceder por todos ellos.
No soy perfecta, sé que me equivoco, sé que muchas veces no tomo las mejores decisiones, pero si de algo estoy segura es que prefiero deleitarme en el Señor que en el mundo. Hoy y me siempre me levantaré para alabarle.
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